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Maurizio Governatori, nacido en 1950 en Fermo (Marche, ITA), es un pintor muralista, diseñador gráfico y escultor con una dilatada experiencia.
No solo es un artista italiano de personalidad original, sino también uno de los máximos exponentes en el mundo del arte mural actual, del que ha dado numerosos ejemplos tanto en su país como en Nicaragua, México, Argentina.

Maurizio Governatori, 1985

Ligada, por un lado, a la gran tradición italiana de la figuración del siglo XX, con sólidas raíces en antiguas tradiciones figurativas, Governatori ha sabido sin embargo tener en cuenta, por otro, experiencias artísticas en el campo de la abstracción hasta el Informal. Su pintura se nutre así de un hábil equilibrio entre lo antiguo y lo moderno, entre la tradición y la innovación, entre la precisión técnica y la tensión visionaria; y sus obras se destacan por la concepción del espacio, en el que volúmenes robustos y colores se conjugan para plasmar en ritmos sugerentes.
Las figuras humanas que construye Governatori se mueven entre la estilización y la narración épica, en un afán de devolver al signo ya la pintura esa función “narrativa” que tuvo, por ejemplo, en artistas “clásicos” como Giotto o Masaccio. Governatori pretende así mirar, estudiar la realidad y la figura humana en la recuperación de ese humanismo antropológico del que el ser humano nunca puede sustraerse, por su propia condición biológica y de vida en un espacio y tiempo determinados.

De ahí surge una centralidad del ser humano, una idea “moral” del arte, que sin embargo no termina en la indignación: el gesto enérgico de Governatori -que se destaca por la eficacia de la síntesis incluso en las obras gráficas, en el cual logra imprimir una notable fuerza icástica – sabe alcanzar y mantener una tensión metafísica que conmueve la realidad, ofreciendo también un raro testimonio.
En definitiva, las tradiciones figurativas que persigue Governatori muestran lo fértil que aún puede ser la tensión figurativa encaminada a un relato expresivo moderno, a una idea renovada de la realidad pictórica. ¡Y se necesitaba tal coraje figurativo!

Daniela Marcheschi